sábado, 16 de agosto de 2014

El club



¿Alguna vez os han prohibido la entrada en algún sitio?
Pero no a uno cualquiera, a uno en el que os murierais de ganas de entrar.

Si os ha pasado, sabréis lo que es aunque la intensidad del dolor siempre tiene que ver con la pasión que uno siente.

Mi pasión no podría ser más grande. Porque estallaría.

Hay un club muy selecto, un club maravilloso al que a mí se me niega la entrada. Por suerte los miembros de ese club se relacionan con todo el mundo y gracias a ellos a veces, sólo a veces, sientes que no está todo perdido y que tal vez algún día llegues a formar parte de él y puedas hablar su mismo idioma.

En ese club se habla el idioma del amor infinito e incondicional. Y a una amante de los idiomas como yo le cuesta que justo ese se le resista. A veces ha parecido que ya tenía la gramática aprendida y que la práctica me traería el tan necesario vocabulario. Pero no.

Al parecer, para entrar en ese club algunas tenemos que pasar pruebas de selección muy duras que llevan más o menos tiempo. Tenemos que superar miedos y hacernos muy fuertes. Tenemos que llorar muchas lágrimas hasta que ya no nos quede ninguna por derramar.

Cuando ya parece que te van a dar el sí y van a abrirte la puerta a lo que ya consideras que es el paraíso, el portero grandullón de la entrada te dice que no, que des media vuelta y te vayas por donde has venido.

Cada "no" es una paliza del portero de las que te deja en coma unos días.
Cada "no" hace que te sientas inútil, que no estás a la altura y que puede que jamás llegues a estarlo.

Luego ya depende de tu cabezonería y de las ganas de luchar que tengas.
De levantarte, mirar a ese feo portero a la cara y decirle: volveré.

¿Sabéis? Algún día, os contaré una larga historia. Un día en el que esa historia tenga un final.

Aunque no sea un final feliz.

Será mi final y con eso, me basta.

4 comentarios:

  1. De inútil, nada, y estar a la altura, lo estás de largo. No añadiré nada más porque en estas cosas da igual lo que digas, casi nunca logras animar o consolar. Me limito a desear que te quede mucha fuerza y valentía para seguir luchando el tiempo que haga falta.

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    1. ¡Muchísimas gracias! Quedar no queda mucha pero ojalá sea la suficiente.

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  2. Tienes arte hasta para contar esto de esta manera y es lo único que te puedo decir, porque en lo demás te sobran palabras de ánimo y de admiración por tu fuerza.

    Tu acabarás teniendo alfombra roja para entrar.

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